Rosas y el orden
Por D.R.
La figura del Juan Manuel de Rosas ha generado odios y aprobaciones demenciales. Tal es así que aun hoy continua siendo revisada e intensamente debatida. Rosas un hombre de campo, estanciero, acostumbrado a las hábitos gauchescos, supo comprender en donde estaba el poder, cuales eran los peligros y quienes eran sus enemigos.
Una de las características más notorias en la figura de Juan Manuel es la búsqueda intransigente del orden. De la misma forma es de notorio conocimiento que el restaurador no vislumbró intenciones políticas aunque la formación de milicias, el recutlamiento de indios y gauchos en las estancias no evaden fines políticos. Según Manuel Gálvez, Rosas “no es hombre de partido. No se interesa en la política sino en cuanto a su relación con el progreso del país y la tranquilidad publica”.
Desde el origen de sus intenciones, Rosas sentó las bases para la civilización de los indios que componían los malones que tanto preocupaban a los estancieros de la época. En igual forma educó a los miles de gauchos que trabajaban en sus tierras, práctico un tipo de civilización mas humanizada de la recomendada por los “destacados” unitarios, por ejemplo Sarmiento. Con el ejemplo demostraba los errores y muchas veces infligía la ley para ser sancionado, con este proceder el respeto hacia su persona se construyo con veloz ascendencia.
El orden y la disciplina eran moneda corriente en el numeroso “ejercito” rosista. Cuando Martín Rodríguez durante su gobernación solicitó al hombre de las pampas su ayuda para mantener la calma en la ciudad de Bs. As, Rosas no lo dudo y convocó a un centenar de hombres para restablecer el orden perdido a causa de las contiendas siempre cotidianas en la provincia. En efecto Rosas reconoce su poderío a medida que va interviniendo en el restablecimiento del orden. En igual forma sus detractores están convencidos de que el único enemigo peligroso es el “salvaje” de las pampas, el gaucho.
Ese gaucho analfabeto, inescrupuloso, bruto, fue quien enraizò las tradiciones nacionales. Contrariamente a estos personajes, verdaderos representantes de la argentina se encuentran los “hábiles” hombres de letras, cultos, europeizados, con tez blanca y grandes aspiraciones de poder. Hombres que decidieron entregar todo con tal de mantener contentos a los poderosos imperios que en aquel entonces ocupaban las tierras que actualmente depositamos nuestros pies. Ejemplo claro es el desinterés de Bernardino Rivadavia para con la Banda Oriental y la perdida de Tarija hoy territorio boliviano. “Equivocó el camino para lograrla, ofreciendo al Brasil por intermedio del embajador Manuel José García la posibilidad de crear un estado independiente en la Banda Oriental”
Según Romero Rivadavia lo realizó para conseguir la paz que tanto se anhelaba en la región.
De aquí en más, invito al lector a reflexionar acerca de la violencia federal contra sus enemigos. En cierto caso, la palabra violencia hoy en día retumba en nuestros oídos de forma constante y suele ser una palabra trillada de la que nadie se propone a pensar cuales son sus raíces históricas. Comúnmente, para la historia oficial la implementación de la violencia surge desde “abajo”, en este caso de los gauchos e indios diríamos en términos unitarios la barbarie.
Esa “barbarie” fue la máxima representación de la argentinidad en todos los tiempos hasta el día de hoy, perciban que paradojal es la vestimenta de la oligarquía en momentos donde la representación nacional es necesaria, en ciertos casos se los confunde uno con “gauchos”. De acá se desprende otro interrogante… ¿por qué la oligarquía se coloca vestimenta que han usado sus máximos enemigos, chiripa o bombacha, alpargatas, será que el frac no es contemporáneo?
Los oligarcas carecen de identidad y han tenido poderosamente que escribir la historia del país que a ellos mas les convenía. Ellos definieron quienes serian los malos y quienes los buenos, y se olvidaron de contar que gracias a la “valentía” del Gral Lavalle el país se encontró en un hervidero de odios y rencores que nunca mas se han podido disipar.
El federalismo tomo el protagonismo luego del asesinato de Dorrego, solo Rosas era el indicado para detener las intenciones de los triunfantes unitarios. El federalismo es el gaucho, el indio, la masa, el pueblo, es Rosas y es Dorrego, es equilibrio. Para la historia oficial es todo lo contrario, la violencia siempre es desde abajo, los de abajo somos violentos y bárbaros los de arriba son moderados y civilizados.
Borges alguna vez dijo “El argentino hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar” y quien escribe agregaría ni tampoco en la oligarquía.
Nota:
(1) Breve Historia de la Argentina. José Luís Romero. Colección Temas Básicos. Pagina 64. XIV EDICION, 1993.
Bibliografía:
Breve Historia de los Argentinos. José L Romero.
Vida de Don Juan M de Rosas. Manuel Gálvez.
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